miércoles, 27 de febrero de 2013

Extracto Entrevista Nelson Claudio Backok, alías Cepillo. Vecino histórico de Barrio Plata.

Fecha y lugar de realización de la entrevista: 03 de diciembre de 2011. Club Fábrica Militar





Entrevistado: Cepillo

Entrevistadores: Pamela Gerosa, Fernanda Quiroga, Natalia Niesnevich
Organización social o institución a la que pertenece o perteneció: Trabajo en la Fábrica Militar de Armas Portátiles “Domingo Matheu”, y actualmente, trabaja en el Club Social

Sinopsis

Siendo una mañana de sol intenso con una brisa leve que aminoraba el calor, “Cepillo” - como todos lo conocen- nos recibió a las 10:30hs en el Club con una sonrisa y gran entusiasmo por el encuentro.
Habitante histórico de la zona, desde hace años vive y trabaja en el club Fábrica de Armas. Desde 1980, posterior al Servicio Militar, comenzó a trabajar en la Fábrica Militar hasta diciembre de 1996, cuando la fábrica cierra. El eje vertebrador de la entrevista será su historia dentro de la fábrica, en que iremos del presente al pasado constantemente, evocando anécdotas, accidentes laborales, así como el tipo de producción y organización interna de la fábrica. Con una mirada intensa puesta en las entrevistadoras, Cepillo dejará ver la nostalgia de aquellos años, y la pérdida que fue para la zona el que la fábrica se cierre.

 
C: Yo me llamo Nelson, el apellido, bueno, te lo tengo que deletrear porque es medio complicado (finalmente no lo deletrea por lo que se escribe por fonética) Backok, y el segundo nombre es Claudio, Nelson Claudio Backok. Bueno, yo nací en la calle, sí, en esa zona, por Viedma, Francia. Ahí compraron mis viejos, Francia y Dr. Riva. Y después cuando empecé a trabajar en Fabrica, yo entré en el ’80 y al ’83 - ah, voy a cumplir 52 años en febrero – y entré a trabajar acá. (…) Y después, por ejemplo eso fue en el ’83, y del ’82 al ’85, ’86, por ahí, ya me vine a vivir acá. Y desde ahí, desde esa fecha estoy.

Bueno, en ese tiempo cuando nos tocó (refiere al Servicio Militar Obligatorio) éramos doce personas, doce muchachos que no sabíamos por dónde íbamos a ir. Y nos citaron en el distrito militar que en ese tiempo estaba en la calle España y Pellegrini, que ahora no está más ahí.



Bueno, éramos, estábamos los doce ahí y empezó, bueno, yo estaba casi a lo último en los doce. Los seis primeros los llamaron y cuando salieron dicen “mirá, quedamos en Rosario los doce”, y les digo “¿ustedes a dónde van?”, “vamos al 121”, “Bueno, que tengan suerte”. Bueno, al rato largo nos llaman a los últimos seis que quedábamos. Nos retienen los documentos, qué sé yo, y nos dicen “Ustedes quedan en rosario”, “Ah, bueno”, dijimos. “Ahora tómense el colectivo –lo que en ese tiempo era el 203 (actual 131-132). “Ahora yo llamo por teléfono y los van a estar esperando. Se bajan en la Fábrica Domingo Matheu, Militar, en la puerta va a haber una persona que los va a estar esperando”.

Da la coincidencia que bueno, siempre de los seis había uno que decía “Qué vamos a ir ahora, vamos a comer algo”, “No - le digo – vamos ahora, porque ya llamaron, van a estar esperando, esto no es una joda.” (risas) “Vamos ahora”, “¡No, vamos a comer pizza!”. (risas) Bueno, le hicimos caso, ¿para qué le hicimos caso, no es cierto? Bueno, cuando llegamos nos estaban esperando, llegamos una, dos horas después acá.

“Bueno – dice – hace dos horas que tienen que estar acá y no ¿por qué vienen a esta hora?”. Nos apuraron, nos apuraron y tuvimos que decir la verdad. Se armó un lío. Bueno, nos trajeron a comer, qué sé yo, incorporación, viste. Bueno, todos asustados, estábamos asustados, éramos, yo tendría en ese tiempo diecinueve años. Ahí es donde conocí la fábrica.



E: Vos empezaste a trabajar más o menos cuando te toca el servicio militar que es en el ’79, y después arrancas en el ’80 en Fábrica.

C: En el ’80 en Fábrica.

E: ¿Te acordás cuándo empezó la fábrica vos?

C: Cuando empezó en sí, no. Era muy chico. No, ni estaba yo. Yo nací en el ’60.

E: Y fue mucho antes. Pero, digamos, ¿era importante en la zona a nivel laboral para la gente que vivía en toda esta zona, Barrio Plata, Las Delicias?

C: Si, si, si. (repite varias veces) Yo te digo más, cuando yo empecé a trabajar en la Fábrica Militar me dieron una credencial (piensa unos segundos) Fabricaciones Militares, Ejército Argentino, y yo he ido a lugares y te atendían con las manos así (gira sus palmas hacia arriba). Digo, cómo me cambió, porque yo decía “¿A dónde trabajas vos?”, “En la construcción”, y ya te miraban con cara fea. En cambio vos decías “¿A dónde trabajas vos?” “En la Fábrica Militar Domingo Matheu”, mirá “Ah, sí, ¿qué necesitas?”. Para créditos, cada lugar que vos andabas y, por ejemplo, para la policía lo mismo. A mí una vez me paró la policía y me dice “Documentos”, “Mirá, trabajo acá”, “Listo, discúlpame. Seguí tu camino.” Era muy importante, en el caso que te agarraba uno y (piensa) la fuerza que tenía. Y aparte que vos ibas a sacar algo y, por ejemplo, qué sé yo, ropa, te daban con los ojos cerrados. Ellos te ponían límites también, te ponían topes. Pero te respetaban.

Entonces agarré en ese tiempo, yo no estaba confirmado y acá te obligaban a confirmar, te obligaban, no es que vos “si” o “no”. No, te obligaban. Me dicen “te tenés que buscar un padrino” y digo “¿quién puede ser?”, “Busca uno que te guste”, y digo “A mí me gustaría un mayor o un suboficial”, dice “decime el nombre que lo buscamos, lo hablamos con él y si él acepta no hay problema”. Eso todo hablando con él, el padre, el (dice un nombre que no se registra) cuando estaba él. Y le digo “Me gustaría el mayor Vicario”, que era el subjefe de fabricación de acá. “No hay problema, yo me voy a estar contactando con él”. Aceptó. Eh, bueno, salimos, hicimos la ceremonia, qué se yo, y me dice “Bueno, ahijado, ahora sos mi ahijado – dice – cuando necesites algo andá adentro – dice -, buscame por la casa número uno que ahí yo vivo, o sino llamá acá que me llamen”.

(Cuenta cómo es que logra entrar a trabajar en Fábrica Militar) Claro, me faltaban veinte días para que me dieran de baja, y digo “Yo lo hablo, a ver qué me dice. El no ya lo tengo.” Pedí una audiencia con él, me la dio, me dice “¿Qué te anda pasando?”, “Miré, a mí me gustaría trabajar acá adentro, me gustaría la fábrica, como civil”, me dice “¿Qué sabés hacer vos?”, le digo “mi oficio es la construcción” y me dice (se escucha un fuerte estruendo de fondo) “Mirá, yo la sección que tengo, que es una sección de obras – que hacían todo cemento – la estoy por cerrar, porque vamos a traer toda gente de afuera. –y dice – Pero no perdamos las esperanzas, ¿vos te animás a trabajar con el fierro? – el fierro serían las armas, todo eso-”, “Sí, me gustaría”, dice “bueno, llena una solicitud, llevala a personal civil y después llamame cada tanto”. Fui, la llené (…) (se escuchan algunos golpes de fondo. Dos personas se encontraban cerca del lugar de la entrevista realizando algunos trabajos de albañilería) Me fui de baja, nos fuimos de baja. Pasaron quince días y no pasaba nada, y digo “bueno, yo me vengo de vuelta para acá”, porque yo le quería hacer un cambio. (…) Fue en el setenta y (piensa), en el ochenta. Ya era el año ochenta, porque un año hice el servicio militar. En el ochenta. No me llamaba entonces pedí una audiencia con él de vuelta. Me atendió. No sé si ustedes pasan por Francia.

E: Si.

C: que hay un edificio. Un edificio de este lado (en la vereda este) que está el polígono, el comedor de tropas, que está al lado, que hay todos azulejos rotos.

E: Si, más o menos, pero sé a dónde te referís.

C: Ese es el comedor de tropas, ahí es a donde comíamos, ahí es donde hacían la comida. Y al lado, que hay un edificio, ahí había una planta, que se llamaba (comienza a sonar una soldadora que impide registrar bien lo que dice Cepillo) esa planta. Ahí es donde fabricaban la pistola nueve milímetros, el cañón de fal y armadura. Esa estructura que vos ves, toda así tinglada.

E: Claro, que es para el lado de, digamos, de Francia para aquel lado, donde está hoy (…)

C: los que hacen la inspección técnica. Eso viene a ser (no se registra el nombre que menciona), se llamaba. Y él era jefe de ahí. Entonces me dice “¿qué pasa Nelson?”, “No, miré, en realidad pasaron quince días y no me llamaron”, “¿No te llamaron?”, entonces llama a un soldado que vaya conmigo a personal civil, que retire la solicitud de ingreso, que se la lleve a él personalmente y me aseguró “Yo ahora voy a tener en mis manos la solicitud de ingreso. En cuarenta y ocho horas te hago a llamar”, “Bueno, si puede hacerme el favor.”. Eso habrá sido un jueves, un viernes. El sábado, nunca me voy a olvidar, el sábado, el dieciséis (se corrige), no, eso fue el catorce de julio del ochenta, me golpean la puerta de mi casa de la Fábrica de Armas, que me tenía que presentar el dieciséis de julio a las seis de la mañana para empezar a trabajar. Y empecé a trabajar ahí, en esa sección. Yo tendría veinte años, y no sabía qué hacer. Yo estaba acostumbrado a hacer esto (Nos señala la mesa de cemento que intermediaba entre él y las entrevistadoras y sobre las que el apoyaba sus antebrazos al hablar. Comienzan nuevamente los golpes de los albañiles), no fierros, armas. Entonces me recibe él y me dice “Viste que prometí lo que yo dije”, “Sí, muchas gracias. Le debo algo.”, “!No – dice – por favor! no me debes nada.”

Bueno, no sabía cómo me iban a tratar, no sabía qué máquina me iban a dar, no sabía que iba a hacer tampoco. Y me dice, bueno, me presentó con la gente que había ahí, que arreglaba las máquinas, que daba los trabajos, me dice “te lo dejo en tus manos”. Entonces me empezaron a dar trabajo, había que llenar fichas, me enseñaron a llenar las fichas. Pasaron los años, claro, yo ya le había agarrado (ladra un perro), el trayecto de las armas ya me lo sabía con los ojos cerrados, y me empezó a gustar. Entonces estuve hasta el año, del ochenta, bueno, después me tocó las Malvinas, que ahí laburamos, entrabamos a las seis de la mañana y no sabíamos a qué hora salíamos.

E: Se intensificó el trabajo durante la guerra.

C: Sí, se agrandó. Y también tuvimos que donar una hora por día para los chicos de Malvinas. Y de eso no dábamos una hora, porque nos pusimos de acuerdo con el gremio y donábamos más, más horas.

E: Te consulto, ¿ese donar horas que era? ¿donar dinero o hacer…?

C: Dinero, dinero, porque era, por ejemplo, nosotros teníamos que estar ocho horas y nos pagaban siete. Esa hora que te descontaban iba a fondo para los chicos, entre paréntesis, porque no sabíamos dónde. Pero en la conciencia nuestra y en el corazón nuestro iba para ellos. Entrábamos a las seis de la mañana y no sabíamos a qué hora salíamos, porque había que fabricar armas, fusiles, pistolas a dos manos. Buenos, llegamos a ese cometido, cumplimos, nos felicitaron, todo, porque llegamos a lo que querían ellos. Y después, el año, teníamos un paro de sesenta días porque nos dejaron muy abajo el sueldo, entonces tuvimos un paro de sesenta días y había un conflicto porque había dos fábricas, estaba ésta y la de Beltrán, que fabrican pólvora, y era como Central y Newell´s (risas). Ésta era Central y aquella era Newell´s. Porque se llevaban mal. Y cuando nos reuníamos los dos juntos, que hacíamos movilizaciones las dos fábricas juntas siempre había problemas. Peleas, discusiones. No se llevaban bien, entonces una hacía una lucha por un lado y la otra hacía otra lucha por otro lado.

Tenían la fábrica y la planta. Y eran tres zonas, Zona 1, Zona 2 y Zona 3. Cada planta fabricaba cosas diferentes. A mí me tocó Zona 1, que es la primera que vos, si vos te pones un paneo de la fábrica de afuera, vos la vas a ver así, la Zona 1 está de este lado.

E: Estamos hablando de Ovidio Lagos.

C: De Ovidio Lagos, sí, sí. Estaba de este lado. Después si vos más o menos vas mirando así visualmente te vas a Zona 1, Zona 2 y Zona 3 que está del otro lado, la otra ala. Y en Zona 1 fabricábamos pistola 9 milímetros, fal, el cañón de fal, el fal completo. Sería cañón de fal, el armadura de fal y el gatillo, todo eso, percutores. Después, la otra zona, que sería Zona 2, fabricaba cajón de mecanismo de la ametralladora, corredera, hacían (se toma unos segundos) piezas más chicas. Después teníamos la otra parte de zona 3 que hacía todo de perforado. Agujereaban los cañones, nosotros recibíamos ya los cañones agujereados, nosotros le dábamos la forma del cañón. Nosotros recibíamos el cañón bruto.

E: ¿El cañón es como la parte a donde va la bala?

C: Claro.

E: Ahí va. Bien.

C: Y después tenía, el cañón es, el de la nueve milímetros es como la birome, así de cortito, y el fal es más largo. Y eso tiene una perforación en el medio. Y después tiene que llevar, le hacen estrías. La estría viste que es una, que vos te fijas por dentro que va todo enroscado, que vos lo miras así. Si vos te fijas en el cañón ese que está ahí adelante (se refiere a un cañón que se encuentra apenas uno ingresa al club)

E: ¡Ah, mirá!

C: Ese es verdadero, le faltan piezas, pero funcionaba en su época. Vos fijate en el cañón en la boca todas las estrías que tiene, que vienen todos enroscados. Entonces, cuando sale la bala no sale derecha, sale haciendo tirabuzón. Con las mismas estrías te las lleva (…)



Y hay cosas que te enloquecen y las querés hacer, la hacés, la hacés, laburás. Acá pasaba lo mismo, había máquinas que vos le agarrabas cariño. Era tan, no te hacía renegar tanto, entonces a vos te gustaba. Después teníamos otra máquina que le decíamos 'amansa loco' porque era, la pieza venía así cuadrada y vos le tenías que das la forma. Unas herramientas así, tenías que tener unos brazos con las manijas, aceite hasta acá. Ahí no quería ir nadie. Y la producción tenía que salir, tenía que largar pieza porque sino las otras líneas estaban todas paradas. Y generalmente a uno cada tanto le tocaba ahí, y, íbamos a trabajar. El problema era cuando venía, por ejemplo, nosotros fabricábamos esto y mandaban a tratamiento térmico, que sería el cerrojo del fal, que agarra la bala, saca la bala de la recamara y la pone en el cañón listo para disparar. Se llama cerrojo. Entonces hacíamos así, la pieza era blanca, color del material, del fierro. Tenía millones de agujeros. Como iba a tratamiento térmico, iba a fuego, a calor, quedaba negra y se achicaban todos los agujeros, se contraían todos. Entonces nosotros le decíamos 'pieza en negro', porque venía todo en negro. Todo lo que hacíamos en el trayecto, en las líneas así, venían. ¡Era tan fácil, tan fácil esa! porque era una línea cortita, eran todos deslizadores, se pasaba al fuego, unas a rectificadores y nada más. Era facilísimo. Todos querían trabajar ahí. Cuando había piezas en negro todos querían ir ahí porque terminaban temprano. Claro, ahí venían las disputas, querían ir todos ahí. Y si vos no podías ir te decían "ojo, me tenés que ayudar. Hace una de más porque sino la próxima vez no vas más ahí. Vos vas ahí y nosotros vinimos acá". Repasábamos todos los fuegos, y los calibrábamos. Después iba a inspección, inspección que te controlaba lo que vos hacías. Si estaba mal te la mandaba toda de vuelta, y después bueno, ahí te llamaban la atención, "¡por qué se vinieron todas las piezas de vuelta!". A lo mejor vos mandabas quinientas piezas, quinientos de estos para allá "Listo, ya terminé de trabajar". Generalmente era, la que corrige era una mujer, porque había mujeres trabajando ahí adentro. Era una mujer, y nosotros decíamos "¿Cómo habrá venido hoy?". Claro, porque si viene medio mal. "¿Pero vos cómo te llevás con ella?", "Y, qué sé yo, buenas tardes, buenos días y buenas noche". Porque si vos te llevabas mal con ella y vos sabías que las piezas esas son mías, vos lo que vas a hacer, me las vas a rechazar todas, de una. Así que. Ponele que de quinientas te encontró cinco mal, porque controlaban al tun tun, no te calibraba una por una. Capaz que venía, te agarraba un puñado de piezas, te las ponía en la mesa y te la calibraba. Si esas cinca piezas vos tenías la suerte de que estaban bien agarraba, la tiraba en el montón, lista para armar. A lo mejor las otras tenían sus fallas, o como no. Porque había operaciones que tenía que calibrar una por una, y había operaciones - operaciones por máquina - y había operaciones que no, cada cinco o seis piezas. Capaz que la que vos calibraste estaba bien y las otras cinco o seis restantes no sabés cómo salió. En cambio, si vos la calibrás una por una sí sabés cómo sale una por una. Si están mal, de las cinco o seis que agarró están mal dos o tres, agarra, las tira de vuelta, te llaman por teléfono, agarrate todo lo que te digan con la carretita, tratetela de vuelta y revisá una por una. Y capaz que vos, porque pasó, calibrás una por una y encontrás cinco mal, ¡cinco!, las que agarró ella, y las demás están todas bien. (risas) ¿Por qué? Porque ponele que te llevas mal con ella.

E: ¿Y había muchas mujeres trabajando?

C: Sí, bastante.

E: ¿Pero estaban en la parte de producción o de control?

C: La que veíamos más o menos así eran las de control calidad, y algunas mujeres en producción, pero no como nosotros. Más, producción en el sentido por ejemplo, hay una sección que es banco, que es todo con lima. Por ejemplo, viene la pieza y la limás, ta ta. Esa la hacían las mujeres. Nosotros trabajábamos en las máquinas.

(...)

C: Más o menos todo lo que yo dije es lo que me pasó.

E: Muchas gracias.



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