martes, 1 de noviembre de 2011

Ronda de entrevistas en Viviendas del Plan Federal

Entrevistas cerradas a diferentes vecinos en la calle, en el frente o interior de sus casas, en sus negocios. Realizadas el 13 de agosto de 2011 por el equipo de investigación y la colaboración de Lisandro Díaz, referente barrial.



Entrevistado: Luna y Julio
Entrevistadores: Fernanda Quiroga y Natalia Nisnievich
En una de nuestras rondas de entrevistas por el barrio, en esta ocasión en la zona de las jóvenes Viviendas del Plan Federal, nos acercamos, por recomendación de Lisandro Díaz y en su compañía, a la casa de Luna y Julio. Luego de ser presentadas, la pareja nos invitó amablemente a pasar a su hogar, dispuestos a responder nuestras preguntas.
Si bien teníamos planeado realizar una entrevista breve, el encuentro se prolongó alrededor de cuarenta minutos. La conversación giró en torno a la experiencia de esta familia en el proceso de adjudicación de su casa y la posterior llegada al barrio. La pareja manifestó en reiteradas ocasiones la felicidad que significó, tanto para ellos como para sus hijos, la adquisición de la tan anhelada casa propia.


E: Primero les vamos a pedir que se presenten, que nos digan sus nombres, sus edades y a qué se dedican.
L: Luna Elizabeth, 39 y trabajo de empleada de comercio.
J: ¿Yo? Julio Pérez, soy profe en un club, Argentinos.
E: ¿Hace cuanto que viven en el barrio?
L: Del comienzo, que vinimos de que entregaron la vivienda, de junio, hace más de
J: Tres años.
L: tres años.
E: ¿Cómo fue que ustedes adjudican la casa?
L: (se dirige a Julio) ¿Le cuento yo o vos?
J: Si (ríe), vos.
L: Empezó así: nosotros vivíamos en Buenos Aires. De Buenos Aires nos trasladamos acá primero, el (refiere a Jorge)  tenía la familia acá en Rosario. De Buenos Aires vino él por circunstancias de trabajo, los hermanos viven acá, le hacen posibilidad que entre al trabajo “La estancia”. El alquiló acá en barrio Hume, a través de ese alquiler después nos fue a buscar a nosotros, vinimos acá, estuvimos alquilando no sé cuantos años acá en Barrio Hume, después se nos complicó un poco en el alquiler y estuvimos buscando donde vivir. Fuimos a vivir en Avellaneda y Circunvalación. Estuvimos buscando una casita, algo económico donde poder vivir. Compramos una casita, no una casa, cuatro paredes, cuatro chapas. Nos salió cuatrocientos pesos. Lo compramos, vivimos ahí casi un año. Después al tiempo yo empecé a conocer gente, así, a contactarme con gente y le encargaba trabajo para él, porque yo ya tenía trabajito por hora. Entonces a través de esa gente lo hicieron entrar en una empresa de vigilancia. Yo para vivienda, averiguando así con gente, siempre cuando estaban ellos, yo siempre me contacto así, con la cuñada, a través de la cuñada de él le pregunté cómo podía hacer para anotarme en algún lugar de vivienda, algo para salir de ahí abajo. Ella me dijo sí, me dio la dirección de Vivienda de ahí de Santa Fe. Yo en ese tiempo cobraba el Plan Familia, cobraba ciento cincuenta. Le digo “que feo que te pidan recibo de sueldo”. Te pedían de todo, pero yo me fui, porfiada, igualmente a anotarme. Me habían anotado en un Plan Hábitat, que encima me dice “¿Cuánto es tu sueldo?”, “Ciento cincuenta.”, “¡No! - dice - no entras ni para…”, “No importa - le digo - ¿En qué me puedo anotar?, y le conté mi situación, como yo vivía, y me dice “sí, yo te puedo anotar en el Plan Hábitat, que sería de acá a diez, veinte, quince años, según como se va generando el barrio. Tenemos que agarrar un lugar, armar casa y de ahí en más entrarías vos en una vivienda de esas”, “No importa - le digo - anotame igual”. Así que fui y me anoté en el Plan Hábitat. A él, cuando hablé con la señora, a la semana el esposo me dijo “llámamelo a tu marido que quiero hablar con él”. Así que después esta señora lo llamó y a la semana entró a trabajar en vigilancia. El primer recibo que le dan yo voy y entrego en Vivienda. Saco del Plan Hábitat, me salgo del Plan Habitat y me anoto en Plan de Vivienda. Así que fui con el primer recibo, me pusieron en Plan de Vivienda, después fui y entregué otro recibo, me superaron más el Plan de Vivienda. Así que todo, a través de ahí, me fui anotando e inscribiendo y gracias a Dios en un año me adjudicaron la casa. Y fui con la familia de él, que la familia de él está de hace cinco, seis, siete años, años que están anotados en el Plan Habitat y estuvieron, (se dirige a su marido), vos viste que la Fabiana fue. El otro hermano de él también, que todos estuvieron anotados de años (…) Pero yo, gracias a Dios, en un año me adjudicaron la casa. (…) Siempre fui a decir, entregué los papeles, todo el día iba viendo a ver cómo iban los papeles. Iba como molestándole viste, todo el día iba a ver la listita, si había novedades. Sí, yo y mi nene todo el día íbamos. Íbamos a ver la listita todo el día, y él me dice “¿Otra vez?” “Si” le digo yo. Íbamos a ver la listita. (Risas) Así que era insistente, viste.
J: Todas las veces, una vez por semana (ríe).
L: Si, todas, todas. ¿Sabés lo qué era? A la mañana me iba, veía, otra vez mas, iba y venía. Cuando menos esperé, un día le digo al nene, andábamos por ahí y le digo “Ariel, tengo el palpito de acercarme a ver los papeles” le digo. Fui y me acerqué y cuando fuimos estaba todo lleno de papeles y estaba toda la gente que fueron adjudicadas para las viviendas. Entre todas esas adjudicaciones estuve yo viste, entre todos. Yo cuando ahí nomás vi Luna viste, ahí digo “bueno”.



J: (Ríe)
L: Así que gracias a dios estuvimos un año, y fue hermoso, porque imaginate que te adjudiquen una casa, salís de abajo del puente, una casita de cuatro chapitas, viste, vivís en una condición.
(...)
L: Después entregando los papeles, que yo fui a presentar papeles, necesitábamos testigos, y entre todos estos testigos me salió el vecino.
D: (ríe)
L: Me salió el vecino, la esposa, me salió la cuñada de él (de su marido). Así que todos me ayudaron, me pusieron un granito de arena. En ese momento que yo necesité estuvieron los que realmente,
E: Perdón ¿testigos para qué?
L: Porque teníamos que presentar unos papeles para hacer, de Vivienda, teníamos que presentar papeles. En ese papel, como yo no soy casada con él, tengo que presentar testigos para ver si yo convivía con él, viste. Como ellos nos conocen (refiere a Lisandro y Fernanda) y la familia esa que vivíamos juntos, viste, entonces pusieron el granito de arena, como diríamos, viste.
D: (Ríe)
L: Y nos ayudó un montón con ese momento. Como éramos nuevos en el barrio no podíamos pedir a nadie testigo, así que salió el señor, mi cuñado, y después otra gente conocida de él.
Y bueno, y ahí empezó nuestro camino acá y acá conocimos en el barrio, (se dirige a su marido) no sé, seguí comentando vos si te gusta el barrio.
J: (Ríe)
E: La fecha ¿se acuerdan? O aunque sea el mes.
J: El 18 de junio del 2008.
D: ¡Uh, como pasan los años! (ríe)
L: Si, si.
E: Tengo entendido que las viviendas se van entregando en tandas.
L: Acá entregaron ¿cuántas viviendas entregaron? Novecientas viviendas, creo.
D: Claro, esta fue la primer tanda. Es decir, de esta calle para allá (de Cafferata hacia Iriondo) fue la primer tanda. Y cuando entregaron esta, esta otra mitad (de Cafferata hacia San Nicolás) estaba en construcción.
L: Claro.
D: La otra ¿cuánto? Un año más tardó.
L: Si.
D: Y al año siguiente fueron, pero en esta urbanización fueron en dos nomas, entregas. De Cafferata para acá (hacia el este) y la de Cafferata para allá (hacia el oeste). Vos si te fijas con atención difieren un poquito algunos detalles de construcción: las escaleras, viste.
L: El techo.
D: De esta mitad son un poquito distintas. Así a simple vista no, pero.
L: Si, no tienen muchas diferencias, más que la parte de adentro, el baño, eso, de ahí en frente son mas chicas que estas. Tiene una división que esta no tiene, si, es mucha diferencia pero.
D: Ah ¿son más chicas las del frente?
L: Claro, son más chicas.
D: ¡Mirá!
L: No las entregaron con bidet, eso no entregaron.
J: La diferencia más grande es que tienen loza, terminación en loza, y esto es chapa.
E: ¿Qué recuerdo tienen de la llegada, del día que vinieron?
L: ¡Ah! eso fue más lindo para mí, el no porque a él le tocó trabajar vigilancia, le tocó a la noche y justo en el día en que nosotros nos mudamos, que nos llamaron. Nos teníamos que mudar, nos llamaron ese mismo día y te daban diez días, pero yo le digo a mi nene “¡yo diez días no voy a esperar ni a palos!”. Diez días, imaginate, diez días con la (…) que tenía. Así que le digo a mi nene “Esa casita que nosotros armamos, la regalamos” porque uno quería comprar, le digo “¿Cómo que no te voy a vender?”, quinientos pesos, “Dame ya.”. Así que con eso, le digo a mi nene “vamos a (…)”. Lo hicimos todo yo y el Ariel, porque mi esposo vino de trabajar de vigilancia y le digo “Gordo, sabés que nos dieron la casa, nos tenemos que mudar.”, y él, el sueño, el cansancio y todo lo que tenía “¿Qué casa? ¿A dónde?” “Ahí” le digo “la casita nueva, ya la tenemos, tenemos que ir” (Risas) Me dice “¡Ahora no, ahora no!”, “Bueno, acóstate y dormí” le digo “si querés quedarte con la casa quedate, pero yo la vendí” le digo, viste. (Risas de todos) Desde antes ya la tenía vendida. Así que, si, no se quedó porque yo ya tenía la plata, el comprador, todo. Así que agarró, se acostó y me dice “Andá”. Agarró y se acostó viste, y se tapó y siguió durmiendo, y yo empezaba. Ya tenía, mirá, cuando me llamaron el día anterior yo, me llamaron, una semana después teníamos que mudarnos, entonces esa semana yo ya empecé con bolsos, esto, y la casa ya estaba vacía, ya estaba todo acumulado, las bolsas, todo en bolsas, y yo ya tenía todo ordenado. De una semana antes te estoy hablando (risas). En una semana yo ya empaqueté todo, lo único que tenía eran los colchones porque ahí teníamos que dormir, lo otro ya lo empaqueté todo.
(...)
J: ¿Y cuál era el tema? Que no conseguían la llave. (Risas)
L: ¡Ay, bueno! Y estábamos todos esperando, en cada casa tenían que esperar todos los adjudicados. Era la manzana, la gente, los autos, era impresionante todo.
Nosotros estuvimos acá y no venía el de la llave, y no venía el de la llave. Yo subía y bajaba, subía y bajaba, y viste, y todos veía que tenían la llave y yo seguía. Entonces sube un muchacho y dice “¿Luna?” “Si” le digo, “Tome la llave”, “Bueno” le digo. Empezamos a poner la llave, no era la llave, y no funcionaba la llave, y la llave no andaba y el pibe se me fue - porque él iba dejando la llave - y se me fue. Encima le digo “Ariel, ¡no anda la llave!” Y le dimos vuelta, y la girábamos, nada, y no funcionaba la llave. Le digo “Ariel salí, andá a buscarlo al pibe”. ¡Qué! Salimos de acá, y qué, andá a saber a dónde se fue el pibe, si se tenía que ir Lamadrid y (…) Y justo había una vecina y le digo “Vecina ¿a dónde reparten las llaves?”, “Acá a la vuelta” me dice, “¿Me da la dirección - le digo - de la vivienda?”, porque había una casa especial a donde entregaban las llaves. Fuimos con el Ariel y empezamos, “Mirá - le digo - yo soy del departamento tanto, la llave no me va”, me dice “No, no puede ser porque los cerrajeros fueron viendo todo antes de entregarla”, “Bueno - le digo - pero el mío no da”. Así que tuve que esperar toda la gente, que eran como cien personas, que estaba la adjudicada y no la adjudicada, que venían con titular y co-titular.

D: Claro.
L: Tenía que esperar que pasen todos esos, después nosotros, para ir a buscar la llave. ¡Ay, a mi me comían los nervios, los nervios! Le digo “Ariel, andá a quedarte en la puerta de casa. Que vean que nosotros somos los dueños - le digo - Quedate ahí” (risas). Así que el Ariel vino, se sentó.
J: (…) Se te metían.
L: Si, porque se te metían cuando salías. Que el barrio, viste esa semana que (…) en la esquina.
D: Si, si, si, que se metieron
(..)
L: Sabés cuanta gente se nos metía. Si acá tenía gente
J: Acá se metieron dos veces, ahí en frente (refiere al departamento que se encuentra pegado al de ellos, cuyas puertas de ingreso se hayan enfrentadas)
L: Si, vos ves esa casa de ahí enfrente están todas las puertas rotas.
J: La primera vez, creo que se fueron solos esos. Esos se fueron solos.
L: Porque eran familia del mismo policía.
D: Nosotros estábamos atentos porque enseguida veíamos cualquier cosa llamábamos a la policía, teníamos contacto, todo ese tipo de cosa. Y no solo la gente, porque uno era, en la usurpación es, a lo mejor le, (…) la casa y no la venían a habitar, bueno, no había nadie, pero había otros que estaban habitando, a lo mejor se iban a trabajar y cuando volvían tenían gente.
J: Si.
L: Si, eso pasó.
J: Si. Bueno, acá enfrente pasó. Ahí enfrente pasó, me acuerdo, eso. Se habían ido a trabajar.
J: Había, en Provincial había cuatro mil personas, en Provincial, cuando hicieron el sorteo de las viviendas. Vos salías adjudicado, pero tenías que esperar el sorteo de la vivienda. Nosotros fuimos, ese día había cuatro mil personas había adentro, en el (…).
L: Si, ¡sabés lo que es entre cuatro mil personas!
J: Y veíamos que sorteaban y salía la gente, se paraban todos y nosotros esperábamos, esperábamos. (...) Y bueno, y así que tuvimos ese día el sorteo y salía y salía, y esperábamos nosotros.
D: Y cerquita, porque podría haberle tocado otro barrio, le tocó justo acá también.
J: Te daban a elección.
D: ¡Ah!
L: Eso fue a elección. No, porque nosotros, ya a todo eso nosotros salimos, ya estaban terminados todos los que estaban adjudicados acá. Toda esta zona ya, es decir, no había más propiedad para el que alguien quiera elegir el barrio. Y cuando me llamó a mí me preguntó en qué zona vivía, cómo quería yo que viviera por la comodidad mía. Le digo “Mirá, yo te soy sincera, yo quisiera en aquel lado porque yo trabajo en la zona, mis hijos ya conocen el barrio, yo tengo gente conocida en el barrio. Si vos me podés hacer, aunque sea poneme en el último.” Porque después de todo, yo fui a lo último, en el 179 quedé yo, al final de todo. Ya la terminal de la vivienda quedé yo, a lo último para que a mí me pudieran adjudicar casa en Avenida del Rosario, acá cerca, porque sino a mí me tocaba allá en Francia y Acevedo. Entonces yo le dije “no, haceme el favor, por los chicos que ya conocen el barrio. Imaginate otro barrio”, la empecé a hablar a la piba. Me dice “pero vas a quedar última”, “No importa, no importa. Vos poneme a lo último, pero trata de que sea en la zona”. ¡Así que me puso a lo último! En el 179 quedé yo, ahí al final quedé. Entonces le dije a él, y me dice “¡Uy negra! Pero si por ahí vamos a tener que esperar un tiempo más”, le digo “No, yo estoy segura de que vamos a salir ahí.” Yo me quedé ahí, me planté ahí y (risas).
D: El de Acevedo se entregó un tiempito antes.
L: ¡Claro!
D: El de enfrente del Distrito se entregó un tiempito antes.
J: Tres meses antes.
E: ¿Cuáles eran las zonas? Estaba el de acá, el de Acevedo…
D: El de Acevedo
L: Y el de Avellaneda.
J: Acevedo y Francia, después acá el que está cerca del Libertad.
L: Después había otro en Pellegrini.

D: Fue un Plan Federal de Vivienda que anunció el gobierno de la Nación y al final no hicieron la cantidad de viviendas que,
J: Que ahora las están haciendo.
D: no me acuerdo cual era la cantidad que iba a haber para Rosario, y la verdad que fueron muchísimas pero muchísimas menos.
L: Doscientos y algo.
J: Y ahora las están haciendo de vuelta.
D: Si, si, si. Viste, pero,
J: Allá viste, enfrente del Padre Ignacio, ya las entregaron a esas también. (…) Y ahora están las que están acá por Avellaneda, viste, de aquel lado, Avellaneda y Garibaldi.
D: Si. Bueno, pero eso son distintas, son otros tipos de urbanizaciones. Responden a otras urbanizaciones. Algunas son de sindicatos, otras, algunas las encara la Municipalidad con financiación de la Provincia. Este fue el Plan Federal de Vivienda anunciado por la Nación que no se cumplió. Lo mismo, ahora están haciendo esas que habían empezado a hacer las Madres de Plaza de Mayo, allá en la zona cero, que ahora creo que lo retoma la Provincia, viste, que sé yo.
J: Lo retoman de vuelta, si.
L: No, y así mirá. Y eso de cómo fue el sorteo fue una cosa hermosa porque, encima imaginate yo, estaba acá adelante, atrás tenía la cuñada de él, hermano de él y todos que están esperando años que le adjudiquen. (Esboza un mapa imaginario sobre la mesa para graficarnos la situación) Y yo estaba acá abajo sola, y él no quería dejar sola a la familia, el es como que se sentía, porque estaban las hermanas de él. Entonces yo estaba acá, yo estaba penetrada en los números. Pero yo te digo una cosa, te soy sincera, yo no entendía lo que eran decenas, las centenas, unidad, mil (risas) todo lo que era esa numeración que hay que pasar, viste. Yo digo, yo espero mi nombre.
J: Si, porque esos sortean como en la quiniela, viste esas las bolitas.
L: Viste. La última numeración. ¡Era un quilombo de números! Entonces yo digo “¡acá me mataste, yo qué hago!”. Y yo estaba penetrada en lo que era el cartel grande y los nombres. Yo estaba ahí en el fondo viste, reojeaba yo y los veía a ellos. Entonces yo estaba concentrada y digo “Bueno, yo espero. Cuando yo salga, cuando salga mi nombre, comienzo o terminación, yo soy”. Entonces ¿qué hice?, cuando empezó, ponele que pasaron 30 personas
J: 28.
L: 28 personas, yo venía 30. ¡Y cuando saltó el nombre!, primero saltó el nombre, “Luna”. Ni dijo ni Luna y vine. Cuando dijo “Luna”
J: Había un montón de Lunas.
D: ¡Había un montón de Lunas! (risas de todos)
J: ¡Una vergüenza me dio!
L: ¡Era una cosa! Porque cuando dijo “Luna”, cuando dijo Luna “¡Ay, saqué la casa!”
J: Una vergüenza me dio ese día.
(Continúan las risas de todos)
L: Encima yo, “¡Ay saqué la casa!” Pero teníamos que bajar una escalera, y te juro por dios que hasta el día de hoy, dios sabe. Estaba el escalón, una escalera, estábamos los cinco, cuando dijo Luna pegué un salto “¡Ay, la vivienda!” “¡Tengo mi casa, tengo mi casa!” Y yo ya estaba bajando, volví a mirar si era yo, viste. Después miré, “Luna (Dice un apellido – quizás su apellido de soltera - que no logra entenderse)”, “¡Si, si, es mi casa!”, ¡con un entusiasmo! Y él quedó paralizado. (Risas)
(…) que eran cien mil personas, pero yo cuando dijo Luna, viste cuando tenés ese palpito, que vos decís la casa, y yo estaba con él, un día de lluvia hermoso, que encima yo estaba abajo del agua.
J: Llovía ese día, yo tuve que trabajar en el ECCA, estaba en el ECCA cuidando. Llovía esa mañana.
L: Estábamos bajo el agua, y yo amaba el agua, viste, y me mojaba toda el agua. ¡Yo era una cosa! Ese día yo me tenía tanta confianza, y me metí abajo del agua, y la hermana de él le digo “¡Ay qué hermoso! Hoy me voy a llevar mi casa” y “me voy a llevar mi llave, me voy a llevar mi casa”, y la hermana me decía “¡Vos estás mal! Salí de abajo del agua porque te vas a pegar una pulmonía”, me decía, la hermana de él, estábamos las dos para el sorteo. Le digo “Pero tené fe, que si vos no tenés fe no vas a conseguir nada. La fe primero”, me dice “¡Estás loca, salí de abajo del agua!” (risas)
¡Qué! Voy entrando, y teníamos que registrarnos, porque estaba para registrarse el número de cartón. “¡Mirá! - le digo - mirá si dios no está conmigo Fabiana, hasta el número de cartón de este termina mi DNI. Hoy me llevo la casa.”, y yo le seguía (ríe), porque terminaba con la misma terminación de mi DNI, 375, el mismo viste. Entonces agarro y le digo “¡Ah, sí! Hoy es el día milagroso, para mí me llevo mi casa”, y yo la llevaba a ella, y fue y se registró porque estaba mal un número de ella. Íbamos, y me dice “¿A dónde vamos?”, le digo “Vamos para allá, vamos a sentarnos allá cerquita del cartel.” Nos fuimos para el fondo, bien a donde daba el. Y estaba la hermana de él y la cuñada. Y estábamos, y viste, y dice “¿Cómo estás?”, “Ay, hermoso. Hoy me voy a llevar mi casa.” Y yo las trastornaba a las dos viste (risas). “¿Vos estás segura? Vos estás muy emocionada” me dice, le digo “Porque tengo fe que hoy me llevo mi casa. La fe me está confirmando que hoy me llevo mi casa.” Así que las tuve todo el día, y ya cuando dijo Luna y salté quedaron las dos (imita una cara de asombro), viste con esa cara de asombro, como diciendo no puedo creer que en tan poco tiempo tenga su casa. Y es lo que le decía a él, lo que pasa es que a veces si vos sos negativa, ante tanta negatividad es obvio. Entonces yo soy una persona que cuando veo que el otro ve lo malo yo veo lo bueno. Siempre estoy viendo el positivo. Entonces le decía a la hermana “¡Vamos Fabiana, levantá el ánimo! Sacate esa cara que nos vamos”, y él me decía “Carina”
J: (Se dirige a Luna) Las estás aburriendo ya.
L: Ella me dijo que cuente como era, yo le estoy contando.
E: Si, por favor.
J: ¡Es largo!
L: Así que fue lo más, así que lo más lindo para mí fue eso. Cuando recibí la casa, después la llave.
E: ¿Todo esto de los números fue en Provincial?
L: Si, todo, todo en Provincial. Después la llave, bueno, nos entregaron la llave así que fuimos, el seguía durmiendo. Fuimos con mi hijo, todo, trajimos. La mayoría trajimos a mano, después la otra mayoría ya lo pusimos en un flete y lo traje. Lo trajimos en un flete, en un mismo día vinimos y lo primero que le gustó a ella (refiere a su hija, quien al momento de la entrevista se encontraba un poco apartada, pero atenta a todo lo que contaban sus padres), porque cuando nosotros vivíamos del otro lado y pasábamos por la escalera le decía a la nena “Che mami, ¿qué casa elegimos?”, porque nosotras hablábamos. Cuando íbamos al colegio allá cruzábamos por el puente nosotros, y de allá el puente vos caminabas y veías bien las casitas. Entonces cada vez que cruzábamos por la escalera le digo “Mami, ¿qué casita elegimos?”, porque nosotras veíamos de allá como brillaban los techitos de. Le digo “¿Qué casa elegimos, hija?”, entonces me dice la nena “Mami, aquella con techo de, que brillan. Esa va a ser para nosotros”, “Bueno – le digo – vamos a quedarnos con esa casa.” Nosotros íbamos diciendo, ya antes que nos digan, íbamos diciendo qué en esa casa íbamos a vivir nosotros. Así que cada vez que pasábamos mirábamos la casita y decíamos “Esa casa va a ser para nosotros”, y así, íbamos y veníamos (…)
Y fue, fue así, viste, como vinimos. Cuando llegamos los chicos lo primero que miraron fue la ventana, fueron arriba. Es decir, ver, estar allá abajo del puente, ver una casa que podían tener su piecita, viste, tener su ventana, a la mañana levantarse, ver su ventana, o tener una casa así con vidrios grandes, era algo, para nosotros un cambio muy grande. En un año, viste, fue un cambio muy lindo. Para nosotros fue muy lindo, la verdad que. Y hasta ahora es lindo porque el barrio es tranquilo, a nosotros no nos molesta nadie.
E: ¿Cómo es la relación entre los vecinos?
J: Hola, buen día y buenas tardes, y ya está.
L: Buen día, buenas tardes, viste, acá es
J: Nada más.
L: Y bueno, acá el barrio, como te digo, acá el barrio, nosotros acá con los vecinos nos decimos buenos días, buenas tardes. Acá con una vecina que llegamos ese mismo, en el mismo día llegamos como, la mayoría de esos llegamos cuatro vecinos nomás. De ahí de la esquina, yo y una vecina de acá, que fuimos en el día y que habitamos la casa, tres vecinas nomás. Pero el vecino de allá de la esquina ya falleció, que fuimos los primeros tres matrimonios que llegamos. El vecino de allá lamentablemente falleció porque sufrió de colesterol y bueno, se le complicó. Ahora quedó la señora sola, está con los chicos viste. Después está la vecina de acá con un matrimonio, que somos tres vecinos que realmente nos llevamos, digamos, que podemos hablar, charlamos. Pero después acá con lo que es toda la manzana no nos relacionamos, porque (…)
E: Y después de estos incidentes que ustedes nombraban, que venían a usurpar las casas ¿Cómo está ahora el barrio? ¿Está tranquilo, peligroso?
J: Si, tranquilo.
L: No, no, no.
J: Gracias a dios es tranquilo.
L: Es tranquilito.
J: No nos podemos quejar del barrio. Uno cree que es uno de los mejores barrios, de los más tranquilos que hay. Muy tranquilo. Una que está rodeado de policías,
E: ¿Cuál es ese tema? Porque muchos dicen “El barrio de los policías”.
L: Si, porque este es el barrio de los policías.
J: Si, está lleno.
L: Porque si vamos al caso.
E: ¿Hume no es?
J: Hume es el otro también. Es ahí a donde vivía mi hermano
L: Está de la escalera para el otro lado.
E: Claro, y también está nombrado como el barrio de los policías.
L: Pero no hay tantos.
L: Esta es la manzana de los policías.
E: ¿Y por qué se da esto?
L: No sé mirá, pero supuestamente, si vamos al tema este, esto iba a ser adjudicado para gente que necesitaba. Este era todo adjudicado la mayoría por policías, la mayoría. O hombre policía o mujer policía, todos policías. (…) de esta vivienda no, ya de la cuarta vivienda, la quinta, para allá, todo es policía. De acá enfrente, todo, pero todo eh.
E: Si a ustedes les preguntan de qué barrio son ¿qué contestan?
L: Barrio Plata. Sí, porque antes decíamos Hume, pero de la escalera para allá es Hume, ya de la escalera para acá pertenecemos a Barrio Plata.
E: ¿De dónde es?
L: De la escalera, viste que está la escalera esa que cruzas para el otro lado.
J: Circunvalación. (…)
L: Para aquel lado es Hume.
E: ¡Ah! Para allá es Hume, claro.
L: Claro. Por ejemplo, vos te vas caminando todo esto por esta calle, ya pasás Circunvalación para allá es Hume. (…) De Hume para acá ya es Barrio Plata.
E: ¿Tienen relación con la gente de lo que sería el casco histórico del Barrio Plata?
L: No, poco. Poco y nada, es decir, en el sentido de que yo trabajo, el va al club, viste, yo una vez que vengo del trabajo me quedo con las nenas, es decir, hago vida normal. Antes sí, antes sí porque estaba mucho con Fernanda o con la hermana de él viste, que nos contactábamos. Pero después dejé de ir, porque antes iba para estar con Fernanda, cuando tenía la copa de leche. Bueno, antes sí estaba muy en contacto con ellos, pero después deje de ir viste, dejé de ir porque no ando mucho en la calle.
E: Y las instituciones del barrio: centro de salud, escuela, vecinal ¿las utilizan?
L: No la única que yo utilizaba era la de Hume, porque yo como estaba viviendo en aquel lado me pertenecía Hume.
E: ¿La vecinal?
L: Si, yo desde que llegué a Rosario la que tengo la historia clínica y todo es la de Hume. Me atendía el doctor Federico, no sé si lo conocen.
E: ¿Del Centro de Salud?
L: Si, el Gaucho, Centro de Salud El Gaucho yo usaba. Pero después de un año, un año y algo que estoy trabajando y me pusieron en blanco ya no voy mucho, solo si de casualidad que un día no puedo ir para el centro a sacar un turno, si, me paso a Barrio Hume, pero poco y nada digamos. Pero en general los chicos míos mucho no se enferman.
E: ¿Los chicos a que escuela van?
L: Van todos a la Echeverría. La que está en Ovidio Lagos y, no sé cómo se llama la calle. Mi nene es el que se conoce todas las calles. Bueno las nenas mías van todas a la mañana ahí, y el nene mío está haciendo un EEMPA, viste, por el asunto del club salió de tercer año, así que ahora está iniciando un EEMPA. Por el asunto del fútbol tuvo que hacer un EEMPA.
Pero no, si del barrio te vamos a hablar, dentro de todo es tranquilo, estamos acá, no nos molesta nadie. Podemos ir a cualquier hora, los chicos ya están (…), a mi nene lo conocen todos. Viste, al nene mío, hay chicos allá que se juntan en la esquina, allá en Las Flores - donde está Fernanda, esa cuadra - el nene mío va, hace mandados, viene con la moto, todo, pero no, lo conocen todos. Si vamos al caso, no, hasta el día de hoy nunca tuvimos problema, con los vecinos todo tranquilo. Los vecinos acá cada cual hace su vida, los de enfrente hacen su vida
E: ¿Algo que quieras comentar, que no te hayamos preguntado, quizás algo que quieras agregar?
L: No, (se dirige a Julio) vos no sé, yo no.
J: No. (Risas)

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