jueves, 21 de junio de 2012

Y ella sigue andando


Relato construído a partir de la entrevista realizada por el equipo a Olga Moyano en agosto de 2011, sobreviviente del Ex Centro Clandestino Fábrica Militar de Armas Portátiles Domingo Matheu. 


por Mariela Zoppegni
Lo que les relataré a continuación es un pedacito de la historia de ella, una historia dentro de otra historia, y es tan singular y única como cada persona.
En mis 20 años recién cumplidos, escucho su relato y me pregunto si sus recuerdos son ciertos, creo que es porque me cuesta entenderlo y me da miedo escuchar cuando ella dice que eso era al azar, que alguno tenía que quedar para contar el horror. 

Ella ya pasa los 50 años, se la ve tan jovial, tan llena de vida, y su mirada dulcifica cada palabra fuerte que suena en su relato. Me cuenta que cuando estuvo detenida perdía la noción del tiempo y que para ella era un lugar de no-tiempo. ¿Cómo es eso?. No lo entiendo.... ella prosigue y me dice que la llevan a un lugar y luego la trasladan, que no sabía dónde era pero después se da cuenta. Lo único que ella sabía es que era un lugar descampado donde se escuchaba el viento, los pinos y las casuarinas meciéndose, y gritos, gritos de gente que jugaba. Gritos de gente que jugaba al fútbol, y después se escuchaban los tiros, que eran del polígono.

Era lo único que ella podía identificar en los primeros días.
 
Uno de los detenidos reconoce dónde estan y comenta que cuando uno vive en un barrio reconoce determinados ruidos. A mi me pasa que hay determinados ruidos que creo que sólo se escuchan en mi barrio. Siguiendo con su relato, ella me cuenta que tenía 20 años cuando la detuvieron. Los que la habían detenido le decían que la llevarían a un tribunal ante un juez cuando cumpliera sus 21 y les creyó. 
Ella cree que su inocencia, su ingenuidad, fue lo que la ayudó a poder sobrevivir y a no tener rencor, porque el ignorar a veces hace que uno tome las cosas naturalmente.
Mientras seguía con su relato, yo pensaba en palabras como detener, llevar, traer, sobrevivir, despojadas de un rostro, de una mirada, de un sentimiento, una existencia sin registro.... ella sigue y dice que le hizo bien testimoniar en los juicios, el poder pasar de un relato individual a uno colectivo. Ese decir individual que se transforma en colectivo y que construye un registro de lo propio, de lo vivido y de los otros...

Ella pudo reconstruir su recuerdo de la fábrica en el 83 casi sin ninguna dificultad, y cómo era el lugar adentro. Porque al haber estado tanto tiempo sola, por más que tuviera la venda, tenía un rango de visión que podía ver, cuando quería y cuando podía.
El poder hablar en memoria de sus compañeros y de la justicia la alivió y se emociona al recordarlo.
Me cuenta que fue muy difícil volver y reconocer ese lugar; cree que lo mejor que podría hacerse es convertir ese lugar en un espacio para los jóvenes, donde se juegue, se haga arte, se transforme en otra cosa.

Hoy ella trata de vivir, siempre igual, sin violencia, de vivir el afecto que dice “es lo que te salva”.
Y ella, como tantos otros anda así por la vida, andando. 


Imagen tomada de "El diario del Juicio". En la misma aparece Ramón "El Gato" Verón y Olga Moyano (con los rostros de sus compañeros desaparecidos de la Fábrica Militar impresos en la remera). http://www.blogger.com/goog_1615828178

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