jueves, 21 de octubre de 2010

Té de la memoria. Centro de Salud Ariel Morandi



La cita estaba pactada para el día jueves 26 de Agosto a las dos de la tarde. Con la experiencia reciente de la reunión realizada en el centro Crecer 29, esperábamos ansiosos la llegada de algún vecino que, atraído por compartir sus historias, se acercara al reluciente Centro de Salud del barrio, ubicado en la esquina de Crespo y Lamadrid. Un paro de médicos nos permitió disponer de las instalaciones en su plenitud. Con ayuda de las empleadas administrativas, las únicas que se encontraban en el lugar, pudimos ornamentar el SUM habilitado para nuestra reunión.



La primera en llegar fue Liliana, quien aprovechando el horario de corte de su verdulería, se acercó a compartir las innumerables anécdotas que posee del barrio. Días antes nos había otorgado una entrevista individual, y, como viniendo a continuar una historia, se sentó y enseguida se retrajo al pasado dando inicio al “té de la memoria en el Centro de Salud Ariel Morandi” con una de las tantas aventuras de su padre, Don Chiche, el que siempre andaba en carro. Cada uno de sus recuerdos fue acompañado de una sonrisa que proyectaba sus ganas de trasladar la felicidad de aquellos momentos que conformaron su infancia.

Poco tiempo después llegó Juan desde barrio Itatí, lugar donde vive actualmente, para sumar sus memorias a los de nuestra primera visita. Juan recordó rápidamente a Liliana, sin embargo, ella tardó un poco más en caer en la cuenta de que el hombre que había llegado era uno de los hijos de la familia que habitaba el terreno lindero de la parte trasera de su casa. “¡Tu papá era mi amor. Un viejo dulce digo yo!” fueron las palabras de Liliana al reconocer a Juan.

El tercero en sumarse a la reunión fue Luís, ya familiar para nuestro grupo por habernos brindado sus historias en dos ocasiones previas, una individual y otra grupal en el centro Crecer. No obstante, este vecino no dejó asombrarnos con nuevas anécdotas, enriqueciendo cada recuerdo con coloridos detalles.
El último en llegar fue Felipe quien se dedicó a escuchar con atención a cada uno de sus vecinos, acotando, en los momentos claves, algún dato relevante con la exactitud y prolijidad propia de su persona.