martes, 15 de junio de 2010

Historias de puño y memoria

"Viernes"

Algunos viernes eran muy especiales, con mis hermanos los esperábamos ansiosos. En la semana Mamá nos avisaba y preparaba para ese día una cena especial. Papá trabajaba en turnos y cuando su turno terminaba a las 22 horas y caía en viernes lo íbamos a buscar al trabajo. Como al otro día no íbamos a la escuela, la alegría entonces era doble, noche de salida, y cena con Papá en un horario poco habitual.

Nos preparábamos para salir como si fuera una aventura, a veces no le avisábamos y le dábamos una sorpresa.

Recuerdo las noches cálidas, esa avenida grande, de pocas luces y sin cantero en el medio y nosotros casi solitarios viajando en el fitito que manejaba Mamá.

Llegábamos antes de las 10 de la noche, nos estacionábamos por la Avenida y atentos a nuestros relojes esperábamos ansiosos la sirena.

Desde el auto estacionado mirábamos hacia esa callecita que entraba, se veía oscura, muy larga y con pinos a los costados.... de pronto empezaban a salir hombres caminando y en bicicletas, tres, diez, treinta hasta que toda la calle era ocupada por ellos, los trabajadores de Acindar. No sé precisar cuántos eran pero parecían cientos, hablaban y reían entre ellos, algunos pasaban un poco cabizbajos, quizás algo cansados, y de pronto, lo veíamos a Papá saludando a sus compañeros y con una sonrisa que nunca olvidaré corría hacia nosotros.

Mariela Zoppegni

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